Fuente:
http://www.enfolang.com/internacional/articulos/ingles-britanico-americano.html
Las desavenencias entre los defensores del inglés británico y
los del americano comparten, a grandes rasgos, la misma raíz que
las que surgen entre los partidarios del español de España y los
del español de Sudamérica.
Como muchos aseguran del castellano, el inglés británico se
puede considerar más puro por ser, en efecto, el idioma
originario, la base a partir de la cual se fueron generando
variantes lingüísticas al otro lado del Atlántico. Se dice de él
que es más elegante y correcto, argumentos que deben su peso a
la importancia del viejo Imperio Británico en su época lustrosa,
pero la potencia del americano de hoy en día, tanto o más
conspicuo, ha obtenido como fruto la aceptación y expansión del
inglés americano.
Las diferencias entre un inglés y otro -al ser, al fin y al
cabo, el mismo idioma- no son significativas ni drásticas;
algunas de ellas provienen de los primeros colonos del gran
continente americano, que se vieron en la necesidad de abandonar
términos inútiles allí y adoptar otros nuevos e ineludibles,
como por ejemplo los que designaban todo aquello que
descubrieron, fueran objetos, animales, construcciones,
elementos topográficos o comida.
El intercambio de términos entre la idiomática británica y la
americana comenzó incluso antes de la gran expansión
estadounidense a través de los medios de comunicación de masas.
La escisión natural del comienzo fue diluyéndose, pues, toda vez
se desató este enriquecimiento mutuo, si bien no dejó ni ha
dejado de existir la diferenciación insalvable entre uno y otro.
La defensa de cada vertiente, generalmente por parte de sus
propios hablantes, llega a veces al punto de negar el verdadero
origen de algunas palabras, es decir, que no es raro ver a un
ciudadano inglés remarcando el origen británico de una palabra
que en realidad provino de América, ni a un americano haciendo
lo propio.
Puede evidenciarse, a base de ejemplos, que las similitudes son
mucho más consistentes que las diferencias: en la sintaxis
encontraríamos pequeños contrastes, como la presencia o ausencia
de preposiciones y adverbios en expresiones concretas, la
locución de algunos participios (got-gotten) o los verbos para
sustantivos colectivos; sobre la pronunciación, las vocales son
más nasales en el inglés americano, que alarga también, más que
el británico, aquellas que van acentuadas; en ortografía, por
último, la mayoría de diferencias residen en las terminaciones o
las posiciones contrarias de dos grafías (theater/theatre,
harbor/harbour, organize/organise…)
Estas sucintas discrepancias, que muchos engordan por mero
fanatismo, se producen incluso dentro de cada propio idioma,
entre los dialectos de cada región o país.
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