GRIEGO ANTIGUO
Indoeuropeos procedentes del Norte introdujeron el griego en la
península Balcánica en el II milenio a.C. En tiempos
prehistóricos hubo pueblos que emigraron procedentes del Asia
septentrional y central hasta las tierras fértiles del sur y se
asentaron en varias regiones de Grecia, donde aparecieron
diferentes dialectos; los cuatro principales fueron el
arcadio-chipriota, el dórico, eólico y jónico.
El dialecto arcadio-chipriota, del que poco se conoce, desciende
de la lengua que se hablaba durante el dominio de Micenas en el
Peloponeso y algunas islas meridionales. En 1952 se descifró lo
que se ha llamado escritura cretense B lineal, cuyas
inscripciones se encontraron en unas tablillas de arcilla
mientras se llevaban a cabo unas excavaciones en Creta y otras
partes de Grecia desde 1900, y se fijaron como antecedentes del
arcadio-chipriota por estar fechadas en el 1500 a.C. Estas
investigaciones demostraron que los griegos tenían expresión
literaria varios cientos de años antes de su primer poeta
conocido, Homero, que probablemente perteneciera al siglo IX
antes de Cristo.
El dialecto dórico, en sus orígenes se hablaba en el norte de
Grecia, pero sustituyó al arcadio-chipriota en el Peloponeso,
además se habló en la región meridional en las islas Cícladas,
la de Creta, las colonias griegas de Asia Menor, Sicilia e
Italia. En el siglo III a.C. se escribieron en él muchos poemas
como los de Teócrito y también hay rasgos dóricos en Píndaro. En
la región de Eolia se hablaba el eolio, así como en Tesalia y
Beocia. Fue la lengua en la que escribieron sus poemas Alceo y
Safo, y Teócrito tres de los Idilios. El dialecto jónico se
hablaba en las islas del Egeo y en casi toda la costa occidental
del Asia Menor. En él se escribieron muchas obras del siglo V
a.C. como las del médico Hipócrates y las del historiador
Herodoto. En cuanto a la lengua de los poemas homéricos es el
resultado de toda una tradición literaria que pudiera haberse
iniciado en el micénico, transmitido a través del eólico y
jónico para alcanzar una forma final en ático, aunque el jónico
es el dialecto más representado.
El dialecto jónico dio lugar al ático, que es el elemento básico
del griego clásico. Era la lengua de Atenas y su zona
circundante la Ática y se distinguía de otras variedades del
jónico en su característica contracción de las vocales. En
función de la supremacía política y su papel predominante en el
arte, la filosofía y el teatro en torno al siglo V a.C. el
dialecto ático sustituyó a todos los demás y se convirtió en la
lengua literaria. Su influencia fue aún mayor porque en él se
expresaron los mejores intelectuales, sabios y escritores de la
época, como los dramaturgos Esquilo, Eurípides y Sófocles, el
orador Demóstenes, el filósofo Platón y los historiadores
Tucídides y Jenofonte.
En el siglo IV a.C., gracias a las conquistas de Alejandro Magno
y a la expansión de Macedonia, tuvo lugar un cambio en la
población griega que llegó desde la propia Grecia hasta los
asentamientos del Oriente Próximo. En este periodo, llamado
helenístico, el dialecto ático, hablado por las clases cultas,
los mercaderes y los emigrantes, se convirtió en lengua común
por todo el Oriente Próximo. Al mezclarse los griegos con otros
pueblos, la lengua cambió; el ático se convirtió en la base de
una nueva forma del griego, la koiné (la norma), que se extendió
por todas las áreas de influencia griega. Durante el imperio
helenístico la koiné fue la lengua de la corte, de la literatura
y el comercio.
La koiné se dividió en dos niveles: la literaria o culta y la
lengua vernácula o popular. Usaron y hablaron la lengua culta
las clases superiores educadas que hasta la conquista romana
mantuvieron una vida artística e intelectual plena de vigor e
independencia, y aunque no olvidaron a los grandes escritores de
tiempos anteriores, desarrollaron una lengua que expresara sus
nuevas necesidades, concretamente las relacionadas con las ideas
abstractas del ámbito de la filosofía, la gramática, las
ciencias físicas y las sociales. A la vez se simplificó la
lengua con la supresión de muchas formas gramaticales
irregulares y también se produjeron algunos cambios fónicos. Se
perdió la condición musical del ático de Atenas; se igualaron
los valores vocálicos y los diptongos se monoptonaron.
En la lengua popular, aunque en menor medida, también influyeron
el prestigio de los clásicos y el nuevo pensamiento helenístico.
Aceptó con mayor libertad préstamos léxicos que procedían de las
lenguas del Oriente Próximo y se separó mucho de la gramática
tradicional. Esta variedad se conoce por cartas de papiros y
textos de algunos escritores de las clases populares. Las obras
más importantes fueron los cuatro Evangelios del Nuevo
Testamento, que ofrecen una peculiar forma de la koiné mezclada
con elementos claramente semíticos. Después, los padres de la
iglesia escribieron en la forma culta.
Durante los dos primeros siglos de nuestra era un grupo de
intelectuales provocó la vuelta al dialecto ático puro de los
siglos IV y V a.C. No obstante el apoyo entusiasta de Galeno, el
del gramático del siglo II Frínico y de otros escritores como
Luciano; el llamado movimiento aticista no obtuvo un éxito
completo. Muchos escritores del siglo II y otros posteriores,
como el ensayista y biógrafo Plutarco y el geógrafo Pausanias
usaron la koiné en su forma culta, pero los aticistas aparecían
de vez en cuando y esporádicamente dominaron el panorama
literario, como ejemplo está el orador del siglo IV Libanio. Con
la destrucción de la biblioteca de Alejandría en las guerras del
siglo III, la política del emperador Teodosio en torno al año
191 y la desaparición de las escuelas atenienses de filosofía
que ordenara el emperador Justiniano en el 529, la lengua
literaria, que estaba cada vez más alejada de la popular, quedó
relegada a la iglesia, a unos pocos estudiosos y algunos
escritores repetitivos.
GRIEGO MODERNO
Durante el periodo bizantino y los años de dominio turco la
lengua literaria griega permaneció estática; la literatura que
produce es básicamente hagiográfica, obras teológicas y poesías
religiosas. A finales del siglo XVIII se desarrolla una
burguesía emergente griega que manifiesta una conciencia
nacional. Sin embargo hasta el 1880 las personas que dirigen esa
burguesía eran navieros, comerciantes que vivían en las colonias
fuera de Grecia y basaban sus usos lingüísticos y preferencias
culturales en una herencia idealizada de la antigua Atenas.
Dentro de Grecia, que permanecía bajo el dominio de los turcos
otomanos, las energías del pueblo se vieron abocadas a una
actividad revolucionaria que afirmaba la independencia nacional.
En el siglo XIX, una vez alcanzada la independencia, los griegos
tuvieron que enfrentarse a problemas más urgentes que los
estrictamente lingüísticos, de lo que se derivó que el idioma
establecido para la nueva nación no fuera una lengua uniforme.
A finales del siglo XIX, los escritores y profesores griegos
tuvieron que ocuparse en debatir la sistematización de la lengua
popular para proporcionar el tratamiento adecuado en la
enseñanza y la comunicación. Quienes encabezaron el movimiento
en favor de la expansión de la lengua popular fueron llamados
demotiquistas, de demótico, el idioma vernáculo. Entre sus
valedores estuvieron el poeta Dionisios Solomo, el filólogo
francés de origen griego Jean Psichari. Los principales logros
de este movimiento fueron la creación de una gramática vernácula
y la producción de un amplio conjunto de obras que trataban de
las conquistas, vida y costumbres del pueblo. La mayoría de los
novelistas y poetas de la Grecia actual emplean la lengua
vernácula de forma abrumadora.
A los demotiquistas se opusieron los puristas, defensores de un
griego puro (el kazarévusa).
Proponían que lo primero que había que hacer era despertar la
conciencia nacional de ser los herederos de una gran cultura
antigua. No les gustaba la difusión de la lengua vernácula tanto
en su uso oral como escrito, y promovieron una lengua
artificial, elegante y enraizada en la investigación, basada en
el griego clásico y alejada del habla que primaba entre las
gentes. Aconsejaron el estudio de los autores clásicos, poniendo
especial énfasis en los poetas y retóricos. Encabezaban este
movimiento muchos profesores de filología de la Universidad de
Atenas. Como resultado de la campaña sostenida por los puristas,
el gobierno adoptó el kazarévusa, pero en 1917 una resolución
del Parlamento convirtió el demótico en lengua oficial que desde
entonces se enseña en las escuelas y es la lengua que utilizan
escritores y poetas.
Las principales diferencias gramaticales que se presentan entre
la forma actual y la antigua residen en las declinaciones y las
conjugaciones. En el presente, tanto en la forma vernácula como
en la purista, la declinación ha perdido todas las formas del
dual, que era un tercer número gramatical para nombrar por pares
los nombres, artículos, pronombres y adjetivos; asimismo ha
desaparecido el caso dativo que únicamente se conserva en unas
pocas frases hechas. También se ha simplificado la conjugación y
no sólo por la pérdida del número dual, sino porque se han
eliminado dos modos, el optativo y el infinitivo; el primero se
empleaba en oraciones que significaran deseo o duda, casi
siempre subordinadas, y el segundo en las oraciones subordinadas
sustantivas. Hoy esas funciones las realizan las perífrasis
verbales y los verbos auxiliares. Algo parecido ya había
sucedido en el griego clásico para las formas del imperativo que
se sustituyó por un auxiliar y el verbo principal en subjuntivo.
En cuanto al léxico, el vernáculo se caracteriza por el uso de
muchos préstamos que ha aceptado de otras lenguas concretamente
del italiano, el turco y el francés; también muestra una gran
facilidad para combinar y componer palabras. El purista o
kazarévusa evita las palabras de otras lenguas y cuando necesita
nuevos términos que no existían en la lengua clásica, heleniza
las palabras de otro origen, tratando en todo caso de preservar
las raíces originales de su lengua.
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